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Introducción

En Los cuadernos de Praga[1] el novelista argentino Abel Posse intenta seguir los “pasos perdidos” del personaje de Ernesto Che Guevara para reinventar los cuadernos de éste, un documento histórico de gran trascendencia cuya desaparición u ocultación ha dejado un hueco en el determinante episodio de la estancia del revolucionario en Praga. ¿Por qué esta desaparición u ocultación? Por supuesto, mucho tiene que ver con la naturaleza del personaje, particularmente con su papel histórico y las consecuencias de éste, primero en el mundo socialista del que se reclamaba. De paso, otras preguntas serían ¿por qué los compañeros del Bloque del Este no buscaron el documento? o de tenerlo –lo cual es muy posible– ¿por qué no lo publicaron?:

Corre el rumor de que durante aquel período de indecisión (estadía de Praga) el Che vertió en algunos cuadernos sus reflexiones, vacilaciones y proyectos. Cosa imposible de comprobar, dado el hermetismo oficial de Cuba para con los escritos del Che. Si existen, esos hipotéticos Cuadernos de Praga deben de estar más guardados aún que ningún otro documento…

Cuando se conoce la libertad de palabra de Guevara, cabe suponer que podrían ser dinamita. El interés de sus cuadernos, siempre que aparezcan algún día, sería el de informarnos del estado de ánimo del condottiero mientras descansaba, durante aquellas largas jornadas de absurdo ocio, en una Praga soberbia y gélida.[2]

 

Posse intenta despejar esta incógnita de los Cuadernos…, acercándose lo más posible a su impresionante personaje: “Yo traté de llegar al Guevara más íntimo, al Guevara de la muerte. La verdadera vida de Guevara es un largo diálogo con su propia muerte que comenzó a los tres años con su asma. ”[3]  El novelista argentino demuestra otra vez – como lo hizo ya en Daimón y Los perros del paraíso[4] – la permanencia de su compromiso en recrear la historia o, como lo recomienda el escritor mexicano Fernando del Paso, “asaltar la historia oficial”, conforme con la aserción de Carlos Fuentes: “El arte da voz a lo que la historia ha negado, silenciado o perseguido. El arte rescata la verdad de las mentiras de la historia.”[5]

En el largo camino que sigue Posse en busca de Guevara, descubrimos dos rasgos que merecen más ser destacados en el personaje: por una parte, la soledad de éste y, por otra, su desinterés por el poder y sus comodidades a menudo muy insidiosas. Aquí, la soledad resulta de una huida constante de cualquier forma de poder político o revolucionario que no se sitúe en una perspectiva histórica de restablecimiento de una justicia eterna vista en una victoria compartida y definitiva del socialismo contra el capitalismo triunfante del siglo XX. La realización de este objetivo pasará, según Guevara,  por el siguiente itinerario: cuando ya realizada la revolución cubana, tras la frustrada campaña del Congo, se preparará la imprescindible campaña de Bolivia, preludio de la guerra final: “Guevara nuestro querido Comandante, no tuvo la menor duda de que la batalla de Bolivia era apenas el detonador, nada menos, de la Tercera Guerra Mundial, la Madre de las Guerras”.[6]

Como es de extrañar, el largo caminar revolucionario del argentino coexiste y se yuxtapone con otro caminar marcado por el destino solitario y muy “humano”[7] del personaje que oscila entre asma y muerte, nacionalismo y universalismo, realidad y sueño (las máscaras), amistad de ayer y enemistad de hoy, sin olvidar la lucha interior que destroza a un Guevara preso entre las persistentes costumbres de su estirpe burguesa y la realidad de sus convicciones comunistas.

Estas muchas oscilaciones nos guian en el enfoque de nuestro trabajo. Partimos de los orígenes de Guevara, desde el primer foco que constituye su familia burguesa. Cuando intenta y parece lograr el personaje liberarse de las garras de esta burguesía – a la de su familia se agrega otra más temible del socialismo internacional –, cae en una soledad cuyos dos aspectos analizamos en nuestro segundo capítulo. Terminamos por un intento de captar lo que ha quedado del Che o, mejor dicho, la parte inmortal o mítica del personaje.   

 

I. Ernesto Che Guevara y el poder

 

Toda la vida de Guevara ha sido sobre todo una lucha contra sí mismo y su entorno: el comandante y líder revolucionario intenta resistir contra su propio poder, el de la burguesía de su familia y el de la oligarquía socialista internacional.

 

        I.1. La burguesía de su familia, primera encarnación del poder

 

El primer enemigo del Che es su ascendencia burguesa. Por eso, emprende una lucha contra sí mismo, contra la realidad invisible que es su propia sangre, contra las garras secretas de su aristocracia familiar. Se llama Ernesto Guevara de la Serna, procedente de una familia argentina que vivió en Rosario y luego en Córdoba. Su padre Ernesto Guevara Lynch y su madre Celia de la Serna eran respectivamente oriundos de California y de una clase notoria de terratenientes y políticos de Argentina.

Pero la burguesía de los Guevara, en la época del Che, no respaldaba en una riqueza financiera:

Siempre andaban mal de plata, pero nunca dejaron de sentirse socialmente poderosos. Vivían y se sostenían en el sentimiento de su superioridad, digamos de orígenes, aristocrática o aristocratizante o simplemente esnob, como se quiera…[8]

 

Ante esta postura social, muy temprano, Ernesto manifestó una desavenencia y hasta un anticonformismo a veces sinónimo de “insolencia” – una provocación hasta en su vestir con, por ejemplo, “zapatos de distinto color”[9]  – que, en realidad, no discrepaba tanto de la actitud un poco huraña y rebelde  de sus padres, caracterizada por  unas prácticas un tanto anticlericales y mucho apego a valores democráticos en la Argentina de su época.[10]

Pues, el comportamiento marginal de la familia en su propio ámbito burgués, sobre todo por su oposición a la dictadura de entonces, confortó por supuesto la inclinación del joven Guevara hacia la aventura: “No les pasa nada. Nunca les pasó nada. Ernesto es el prototipo de los que sienten esto y buscan curarse en la aventura”.[11] Igual que rechazó su clase aristocrática, rompió su relación con su novia burguesa, Chichina Ferreyra,  dando así la espalda a la situación por supuesto bastante cómoda que le reservaba un casamiento con ella.[12] El compromiso de Guevara en este rechazo se afianza en la relación íntima aunque transitoria con otra mujer, Yolanda, una leprosa, a quien demostró particular solidaridad con fines de ayudarla en su lucha contra su grave enfermedad: “Ella había bebido de su copa. Se la tomé de la mano y brindé y bebí un largo y confiado sorbo.”[13]

No obstante, el rechazo a su familia “original” se aminora un poco por el refugio sentimental que constituye para Guevara el regazo de la madre Celia con quien siempre ha compartido el universo de la muerte: “¡Formidable madre, Celia querida!: sabiamente me alimentabas de muerte, me amamantabas con mi propia muerte.”[14]. La larga carta a la madre[15]  es un documento muy ilustrativo del cariño pero sobre todo del profundo compañerismo cómplice entre Ernesto y Celia en un mundo de riesgo, de desafío y de muerte:

Era como una rebeldía súbita. Era tomar la vida por el revés y decirte: madre, basta de pena, ¿quién dijo que se debe ir a la muerte desde la vida, protegiéndonos, cuidándonos, demorando menesterosamente el encuentro con la muerte? Yo iré, te lo juro, a la vida desde la muerte, desde el riesgo.[16]

 

La estrechez de las relaciones entre Guevara y Celia se comprueba a lo largo de todo el relato y en muchas ocasiones. La alta estima del hijo por la madre alcanza la plenitud de su expresión en una oda a la muerte que tiene el sentido de una invitación hacia lo infinito.[17]

 

I.2. El Che en contra de la oligarquía socialista

 

La crítica del mundo social se dirige primero a Cuba, a pesar de las no muy malas relaciones que éste tenía con Fidel Castro. A título de ilustración, Guevara prefiere no defender la revolución cubana ante los profesores de lenguas que asimilan Cuba a “una mierda”, un país dependiente de los rusos: “Todos lo pagan los rusos y nosotros, por orden de los rusos… Ellos no sirven nada más que para mover el culo. No llegarán a ninguna parte, con el comunismo ni con el capitalismo.” [18]

La identidad política de nuestro personaje se manifiesta precisamente en su independencia ante Fidel Castro: “No hay oposición… Somos dos caras independientes, pero de la misma moneda”.[19]  Por supuesto, no es muy duro contra la revolución cubana que considera mejor que la de Praga donde destaca una “infelicidad”,[20] un socialismo inhumano respaldado en el silencio y el terror, un “socialismo del miedo, el orden aterrorizado. La pax de los delatores”.[21] Por todo ello ve lo que ha pasado en Cuba como “una revolución en la revolución”;[22] todo el resto es un fracaso, como en Praga donde todo es “gris”, triste y monótono, donde no hay libertad de los “hombres transformados en niños eternamente dependientes de la pirámide jerárquica”.[23] Peor, Checoslovaquia valdría menos que la España franquista: “Hasta en España hay más libertades que aquí. Inclusive con Franco”.[24]

Por otra parte, en los recuerdos  de la campaña congolesa, el socialismo no está bien visto a través del marxismo leninismo que aparece vencida por la magia; una victoria de “los brujos de Laurent Kabila”[25]  contra la razón occidental:

La selva se traga espiritualmente a los hombres occidentales, con su feliz automatismo de vida-muerte-vida. La razón y el propósito de la condición humana se tornan ridículos, insignificantes, ante el ritmo vegetal de la selva[26]

 

Es después de comprobar la caída de las ambiciones revolucionarias en  muchas partes cuando se reducen los ya reconocidos méritos de la Cuba castrista que, como “una nave varada, inmóvil, jadeando un asma digno del Che”[27] tiene la culpa de no emprender la gran batalla final. Pero la responsabilidad del estancamiento de la revolución es también y sobre todo la de los rusos, particularmente “la traición de Kruschev en 1962”[28] cuando, “al retirar inconsultamente los misiles” decidió la Unión Soviética no enfrentarse con Estados Unidos, un combate en que sí hubieran participado los otros países socialistas del mundo entero.[29]

 

I.3. El Che ante su poder de Comandante

 

Tras el rechazo por el Che de su burguesía “original” y el lamento de la desorientación y decadencia del socialismo estatal euro-oriental y cubano, asistimos a la presentación de un personaje que, en una especie de prueba de autoflagelación y escarmiento, intenta probar unos modelos de conducta revolucionaria caracterizados por un elevado espíritu de justicia y respeto a ajeno. Lo notamos precisamente en las relaciones entre el comandante y sus variados colaboradores. Naturalmente, no se trata de un Che santo sino de un ser humano consciente de sus lacras y quien busca el camino menos comprometedor para sus ambiciones progresistas. Al respecto, no vacila a veces en relativizar la misma noción de justicia. Fue el caso en la campaña de la Sierra Maestra donde tuvo que acatar la disciplina militar y asumir su primer papel de verdugo cuando le tocó cumplir el primer fusilamiento y matar al compañero traidor Eustimio Guerra: “La situación era incómoda para la gente y para él (el traidor), de  modo que acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola 32 con orificio de salida en el temporal derecho.[30]

El cumplimiento de la imprescindible orden militar no impedía a Guevara ver la otra vertiente de la verdad cuando reconoció que “Parte del proceso revolucionario es esa injusticia al servicio de la futura justicia”.[31]

Por lo demás, cuando la situación lo requería, por razones de seguridad de su propia persona para el seguimiento de la lucha, él demostraba una destacada destreza para escapar de la vigilancia de sus hombres y reaparecer más tarde, una habilidad que confirmó Bimbo, un antiguo colaborador suyo:

Era tarde para todo. Nos había hecho una de sus jugadas… No éramos más que peones de su gran juego. ¿Qué podía tramar en Alemania Oriental?...

Dos días después reapareció sin decir nada, como  si hubiese estado escribiendo y leyendo apaciblemente en una habitación del Pariz o del Europa.[32]

 

Por lo que a la conducta de sus hombres respectaba, Guevara nunca era parco en elogios cuando uno cumplía un buen trabajo, como fue el caso de Tanía en Bolivia. Se trataba precisamente del comportamiento del Che como jefe revolucionario ante sus colaboradores y hombres de confianza:

Tania hizo una tarea estupenda. Cumplió con creces la misión que le encomendé. Se metió a toda La Paz en el bolsillo (o en la cama), incluyendo al general Barrientos, el Presidente.[33]

 

Su postura de jefe militar no le concedía el privilegio de tener más comodidad y mejor tratamiento que sus compañeros. En las más recias situaciones, sufrió igual hambre o sed que éstos: “El coraje y el sentido de justicia. Jamás comió algo, por muerto de hambre que estuviese, antes de repartirlo en porciones ecuánimes”[34]

Por otra parte, no le negaba a nadie, ni siquiera a los animales, el derecho a la dignidad. Prueba de ello, la escena del ciervo, aquel animal herido a muerte y cautivado en un cañón, al que él prefirió dar muerte –“despenándolo” – para evitarle un final tan deshonrado como el de ser matado y roído por millares de ratas: “Él bajó por el terraplén y lo degolló con un corte firme y profundo. En dos minutos, el ciervo dejó de sufrir. - ¿Ves, Vladimir? Lo salvamos de honor.”[35]

De este acto resulta el muy conocido lema “Más vale morir honrado que vivir deshonrado”. Este valor, transpuesto al mundo propio de Guevara, da a comprender por qué para él la guerra es el mejor palacio: “Entro de nuevo en el noble y terrible palacio de la guerra y del riesgo extremo. Es lo que me cuadra, lo que me va bien”.[36]

 

II. La soledad del personaje

 

El Che aparece siempre como una víctima de su compromiso revolucionario, es decir de la sacralización de un ideario situado más allá de las ya realizadas victorias del socialismo (cubano, soviético y chino) pero muy lejos de una victoria final sin la cual todo el camino recorrido, el suyo y el de todos sus compañeros de ayer y de hoy, es mero fracaso.

 

II.1. La soledad por culpa del otro

 

El término “el otro” se refiere particularmente a los dos bloques antagónicos socialista y capitalista. Es decir que la soledad de Guevara se transforma en un destino que le imponen sus compañeros de ayer y sus enemigos de siempre. Pues, acaban por confundirse en una ofensiva anti-Guevara las dos más grandes organizaciones del espionaje internacional: la CIA y el KGB de los dos mundos llamados occidental y oriental.

En la capital de Checoslavaquia, un importantísimo núcleo del bloque socialista, particularmente en la época de la guerra fría, Guevara confiesa sufrir la más recia adversidad: “En esta Praga hay más enemigos que en la sierra o en la selva. Ya estamos movilizados y les exijo la más estricta disciplina”.[37]

Desde luego, en este centro del socialismo, estaban en plena oposición la CIA estadounidense y el KGB soviético con sus redes respectivas. Pero en torno al personaje de Guevara convergieron ambas organizaciones, no sólo vigilándolo sino tendiéndole muy cínicas trampas. La eficacia de esta persecución antiguevariana puede medirse al siguiente anuncio de la próxima muerte en Bolivia del revolucionario, ya antes de que abandonara la ciudad checa: “Cuando salió de Praga la CIA ya conocía todos sus posibles movimientos en Bolivia… Esto es: que Guevara estaba ya muerto cuando tomó el tren en Praga”.[38] El aislamiento y el castigo mortal eran pues las sentencias ya decididas contra la amenaza que no dejaba de representar el Che quien, a su vez, “tejía su (propia) red” de colaboradores internacionales con el chino Chu Enlai, el argelino Ben Bella, el egipcio Naser y otros menos famosos como Bustos y Debray (p. 80). Pero ¿cómo cerciorarse de la sinceridad de estas amistades con un personaje tan orgulloso de su propia independencia y tan convencido de la irreversibilidad del gran combate final?

Por eso, según el KGB:

Guevara ya era definitivamente mala palabra. ¡Un revolucionario voluntarista, un desordenado! Un enemigo mortal y táctico de la Troika y del señor Brejnev, especialmente.[39] 

 

Ante este doble acoso americano y soviético, Guevara no podía sino reconcentrarse en sí mismo y contar quizá con el respaldo de aquel compañero que representaba “la otra cara de la misma moneda”.[40] Pero la despiadada realidad del poder y la razón de Estado ya habían pasado por allí. Con fines de protegerse aislando al revolucionario incontrolable, Fidel Castro ya había cortado el puente de un posible regreso oficial de Guevara a Cuba el mismo día en que “había leído en público su renuncia (del Che) a todos los cargos y a la nacionalidad (cubana)”,[41] es decir la carta secreta que le había escrito Guevara. De allí una ilustración de la inexistencia de amigos sino de intereses en política, una realidad ya expresada por el gobernante cubano a Guevara en otras palabras cuando la decisión de éste de salir de Cuba, rumbo a una revolución  internacional: “Te apoyo mientras las salpicaduras no pongan en peligro a Cuba”.[42]

Entonces, a Guevara se le acababan de cerrar todas las puertas de la colaboración y amistad con el otro.

 

II.2. La soledad, por culpa suya

 

Ésta es otra soledad, más dramática, que el revolucionario vive desde sus adentros. Conoce una serie de metamorfosis de las que va a ser irremediablemente la víctima.

Durante toda la estancia de Praga, Ernesto Guevara no era Ernesto Guevara sino otros tres personajes con nombres distintos. Era Raúl Vázquez Rojas, el burgués que le recordaba sus orígenes.[43] Era también “Adolfo Mena, el uruguayo o Ramón Benítez.[44] Los tres personajes guevarianos “tenían tres casas de seguridad a su disposición”.[45] Pues ¿dónde vivía Guevara? Un misterio para todos. Ninguno de los que se le acercaban en Praga pudo identificarlo con exactitud:

El mantenía diálogos personales con cada uno. Sólo él tenía los hilos finales de la red que tejía. Era el hombre más solo del mundo, empeñado en llegar hasta el fin, hasta poder cambiar el mundo para siempre. [46]

 

Los tres personajes representaban más precisamente las tres máscaras que Guevara usaba según las circunstancias. Pues, una diversidad de transformaciones que le imponía su deber revolucionario:

Guevara sabe que, mientras esté en Praga, tendrá que aceptar este ritual o juego. Tendrá que andar revestido de burgués, lejos de su pelo castaño y de su boina con la estrella revolucionaria, imagen que lo transformó en un logo de la revolución mundial voluntarista.[47]

 

Como era de notar, los variados y permanentes cambios acabaron por desnaturalizar a Guevara haciéndole perder la sustancia de su pasada y muy conocida identidad. Lo que no dejó de provocarle mucha pena “Se extraña a sí mismo, tiene nostalgia de su ser”.[48]

Precisemos que el término de “máscara” debe considerarse como una segunda naturaleza, por lo tanto, falsa, que se le pega a la primera y original. Es decir que no se trata de un mero cambio de nombres sino de una difícil y cuidada transformación física del personaje: “Eddy Suñol viajó desde Cuba para prepararle la apariencia de Raúl Vázquez Rojas, la de Ramón Benítez, y aun otra máscara que usará para el viaje decisivo: la de Adolfo Mena”.[49]

Progresivamente, Guevara se encontró ante un dilema. O ceder su propia identidad a la de las máscaras, lo que suponía ser otro Guevara, o renunciar a este peligroso ejercicio y exponerse a una vulnerabilidad que comprometiera su lucha revolucionaria. Ante esta trágica situación, no tuvo remedio, se sometió al juego de las metamorfosis y se involucró definitivamente en una aplastante soledad:

Le molestan esos tres personajes… Son como tres argentinos sobre un solo par de espaldas. Es demasiado, no se puede pretender eso de ningún ser humano.[50]

 

Su propia tragedia acabó por ser la falsa realidad de las máscaras sobre la suya verdadera, como sin duda el precio que tuvo que pagar por su compromiso revolucionario. En efecto, si no hubiera sido Ramón Benítez Fernández,  no hubiera podido viajar a Francia.[51] Tampoco hubiera podido ir a Cuba Ernesto Guevara por su ya conocida renuncia.[52] Por lo tanto, el destino final de nuestro personaje se perdía en constantes metamorfosis que, en tanto que representaciones ficticias, transcendían la mortalidad  del humano Guevara para alzarlo en la muy codiciada inmortalidad de su revolución.

 

III. Más allá del personaje o el mito guevariano

 

Esta última parte intenta resumir las anteriores y destacar las lecciones que sacar de ellas. Es decir que el total compromiso de Guevara en su labor revolucionaria, más allá de su interés personal, familiar o de clase, es un rasgo determinante que participa de una reconstrucción del mismo personaje y su ascensión a una escala universal e intemporal. A todo ello coadyuva su particular abnegación y su relación con la muerte que para él es también vida.

 

III.1. Los valores supremos del ideario revolucionario de Guevara

 

Ellos giran en torno a la entrega entera de nuestro personaje al cumplimiento de su descomunal ideario sostenido por una particular resistencia contra las delicadezas del cuerpo humano.

 

III.1.1. Una entrega total al ideario revolucionario

 

En el mundo propio de Guevara, el cuerpo físico debe estar al servicio exclusivo de un conjunto de ideas y valores revolucionarios. En ello, no pudieron prevaler cualesquier obstáculos, aunque fueran filosóficos. Al respecto, fue muy ilustrativa la enfermedad de asma. Ésta era el mayor enemigo del Che desde su infancia. Le hizo sufrir constantes crisis: “ese sonido ronco, profundo, involuntario, como un rugido o un ronroneo de gato. El asma. Asma para siempre. Como quien dice muerte de por vida”.[53]

De no ser por su extrema determinación en luchar contra esta enfermedad, ésta hubiera obstaculizado toda su vida revolucionaria. Incluso las firmes advertencias de su médico no pudieron detener su caminar: “Cómo decirle al doctor Sadak que sólo necesito un cuerpo para un año o año y medio. ¿Lo suficiente para encender el horno decisivo, el último Vietnam?”[54]  Allí notamos no sólo la inutilidad para el Che de su cuerpo fuera de la acción militar sino también la particular aprehensión que éste tenía de la muerte, igual que su madre Celia quien se lo había enseñado; “La muerte es como un perro de campo: Teme al que le desafía y huye con la cola entre las patas. Sólo muerde cuando intuye que le temen”.[55]

Entonces, de tanto desafiar a la muerte, logró trascenderla en un intento de positivar el mal provocado por el asma. Más precisamente, aprovecha esta enfermedad tranformándola, sacando de ella energía porque saca vida de la muerte que puede provocar: “Yo iré, te lo juro, a la vida desde la muerte”.[56] Por ejemplo, este gran espíritu de desafío le permitió superar, con gran sorpresa de Vladimir que lo acompañaba, las asperezas extremas de los entrenamientos en Praga, y más tarde en Cuba: “Es necesario que esté perfectamente entrenado. Tengo por delante una competencia  extraordinariamente difícil”.[57] Él siempre intentó ir más lejos para responder a las durísimas exigencias de la lucha revolucionaria.

 

III.1.2. Un ideario por encima de todo   

 

En su vida al servicio único de la revolución eterna, la comodidad familiar y los sentimientos de padre y de marido no tenía demasiada trascendencia. Unas cuantas veces aludió a su familia. Por ejemplo, su máscara Vázquez mencionó tener dos hijos “uno estudiando en Madrid, la otra con su madre en Montevideo”.[58] No obstante, sabemos que Guevara se casó dos veces, una primera con la peruana Hilda Gadea con quien tuvo Hildita, y una segunda con la cubana Aleida March, un matrimonio que le dio cuatro hijos: Aleidita, Celia, Camilito y Ernesto.

Por encima de todo esto, la escasa imagen de la familia que aparece en la vida del Che, excepto la de la visita que le rindió Aleida en Dar-es-Salam, “la madre que le quedaba, lo bañaba, le curaba las heridas, le hablaba de los hijos…”,[59] es la de una casa vacía donde está la misma esposa, solita, en Cuba: 

Allí su mujer, Aleida March, con su perfil fuerte, picasiano, tiene la gentileza de mostrarme los espacios que Guevara tan poco habitó. Y pese a todo, la casa vacía desde hace décadas es una casa de familia. Se creería oír voces de chicos, de sus hijos y hasta el silbido de esa asma del que los niños se burlaban. Trepaban por sus brazos para aplicar el oído sobre el pecho del padre, y reían, me cuenta Aleida.[60]

 

He ahí la evocación de la ausencia de un padre de familia cuya única casa, cuyo único palacio, como ya lo dijo, era la guerra y, por supuesto, la muerte.

 

III.2. La figura de Guevara tras su muerte o la construcción del mito

 

No es evidente que convenga hablar de la muerte aquí. En toda la novela la palabra “muerte” casi nunca ha designado lo que entendemos comúnmente como muerte sino un episodio transitorio que abre el camino hacia muchas vidas: “Bienvenida muerte una vez más, la mía y la de otros. Muerte creadora”.[61]

Es exactamente la trascendencia de esta muerte la que contribuye a la construcción del mito o, mejor dicho, de la inmortalidad que el Che ya consigue desde la campaña del Congo merced al Dawa[62]: “Expongo el pecho y grito para que disparen. Soy inmortal, tengo una infinita y desafiante confianza… Inmortal guerrero blanco”.[63]

El propio narrador possiano acredita la tesis de esta inmortalidad de Guevara cuando, en 1993, es decir veintiséis años tras su “supuesta” muerte en Bolivia (el 9 de octubre de 1967), decide ir a buscarlo en la ciudad de Praga: “Empecé a perseguir con ahínco al fantasma que se burlaba de mí perdiéndose en algún portal de la Nerudova o por la calle Zeletna”.[64]

La misma figura se vuelve inmortal en una parodia bastante frecuente del personaje del Quijote donde se nos presenta “el caballero de la estupenda figura”,[65] un Che cuya batalla revolucionaria está comparada con una “lucha con gigantescas fuerzas”[66] con un Rocinante al que ha transmitido su asma.[67] Desde luego, en el Guevara vuelto Quijote se reconoce el valor y la eternidad de la lucha que siempre ha emprendido el revolucionario argentino quien no ha dejado de suscitar las siguientes dudas:

¿Quiere morir? ¿Quiere vivir? ¿Quiere triunfar o ser derrotado? ¿Quiere imponer su poder sobre la realidad o ser vencido por la torpe realidad de su tiempo para asumir el supremo y diamantino poder de transformarse en símbolo de todas las rebeldías justicieras de su tiempo?[68]

 

 

Conclusión

Este cuestionamiento del combatiente Pachungo Montes de Oca que cierra el relato de Abel Posse plantea de nuevo la problemática de la existencia del documento Los Cuadernos de Praga y el vacío que deja todavía en la memoria universal para un mejor y cabal conocimiento de la figura de Ernesto Guevara y del sentido de su acción revolucionaria para el mundo contemporáneo y futuro.

Entonces, el novelista argentino, al lamentar la necesaria corrección de las lagunas de la historia, se viste de poeta aristotélico para enfrentarse con el cronista:

L’historien et le poète ne diffèrent pas par le fait qu’ils font leurs récits l’un en vers l’autre  en prose (on aurait pu mettre l’œuvre d’Hérodote en vers et  elle ne serait pas moins de l’histoire en vers qu’en prose), ils se distinguent au contraire  en ce que l’un raconte les événements qui sont arrivés, l’autre des événements qui pourraient arriver, car la poésie raconte plutôt le général, l’histoire le particulier.[69]

 

Pues, él recrea y presenta la historia silenciada de la estancia guevariana en Praga y abre al mismo tiempo, bajo la forma de una anticipación crítica, la página de la reconfiguración, tercera etapa de las ya citadas mimèsis, el espacio de un diálogo íntertextual continuo[70].

 

 

Bibliografía

  • Posse, Abel. Los cuadernos de Praga. Buenos Aires: Atlantida, 1998.
  • Beatriz Iacoviello, Abel Posse, Interview Abel Posse, Los cuadernos de Praga, Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 1999, en http://www.ucm.es/info/especulo/numero10/a_posse.html
  • Aracil Varon, María Beatriz, Alemany Bay, Carmen, pr. Abel Posse: de la crónica al mito de América Alicante: Universidad de Alicante, D.L., 2004.
  • Aristote. Poétique. Texte établi et traduit par J. Hardy, dixième tirage revu et corrigé, Collection des Universités de France. Paris : Editions Les Belles Lettres, 1990, (Première édition en 1932), 91 p. 
  • Esposto, Roberto H., Peregrinaje a los Orígenes "Civilización y barbarie" en las novelas de Abel Posse. New Mexico: Research University Press, 2005.
  • Fuentes, Carlos. Cervantes o la crítica de la locura. México, Joaquín Mortiz, 1976
  • Ricœur, Paul. Temps et récit 1. Paris : Editions du Seuil, 1983.

* Hispanista, Profesor, Universidad Gaston Berger, Saint-Louis, Senegal; Becario de la Agencia Española para Cooperación Internacional y el Desarrollo (A.E.C.I.D), Octubre-Diciembre de 2010 (Universidad Complutense de Madrid).

[1]Posse, Abel. Los cuadernos de Praga. Buenos Aires : Atlántida, 1998.

[2] Palabras de Pierre Kalfon citadas por  Abel posse en Los cuadernos de Praga, Buenos Aires: Atlantida, 1998, p. 8.

[3] Entrevista de  Beatriz Iacoviello con el autor en Abel Posse, Los cuadernos de Praga, Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 1999, en http://www.ucm.es/info/especulo/numero10/a_posse.html

[4]Otras novelas de Abel Posse publicadas respectivamente en 1978 y 1983.

[5] Carlos Fuentes. Cervantes o la crítica de la locura. México, Joaquín Mortiz, 1976, p. 82

[6]Abel Posse. Los cuadernos de Praga, ed. cit., , p. 121.

[7] “Pude estar en su casa que ahora será un museo, conocí a sus comandantes, a su mujer, amigos. Y ellos me han facilitado todo lo que necesitaba para darle esa dimensión humana que creo alcanzó mi personaje.”, Abel Posse, Los cuadernos de Praga, Espéculo, ed.cit., p. 2.

[8]Abel Posse. Los cuadernos de Praga, ed. cit., p. 54.

[9] Ibid., p. 149.

[10] Ibid., p. 58.

[11] Ibid., p. 55.

[12] Ibid., pp. 151, 152.

[13] Ibid., p.  213.

[14] Ibid., p. 32.

[15] Ibid., pp. 238-242

[16] Ibid., pp. 240, 241.

[17] Ibid., p. 160.

[18] Ibid., p. 51.

[19] Ibid., p. 89.

[20] Ibid., p. 94.

[21] Ibid., .p. 135.

[22] Ibid., p. 94.

[23] Ibid., p. 95.

[24] Ibid., p. 134.

[25] Ibid., p. 43.

[26] Ibid., p. 69.

[27] Ibid., p. 246.

[28] Ibid., p.173

[29] Ibid., p.173

[30] Ibid., p. 19.

[31] Ibid., p. 236.

[32] Ibid., p. 79.

[33] Ibid., p. 177.

[34] Ibid., p. 235.

[35] Ibid., p. 283.

[36] Ibid., p. 238

[37] Ibid., p. 79.

[38] Ibid., p. 83.

[39] Ibid., p. 257.

[40]cf. p. 162.

[41]Abel Posse. Los cuadernos de Praga, ed. cit., p. 70.

[42] Ibid., p. 66.

[43] Ibid., p.15.

[44] Ibid., p.16.

[45] Ibid., p. 27.

[46] Ibid., p. 42

[47] Ibid., p. 49.

[48] Ibid., p. 49.

[49] Ibid., pp. 70, 71.

[50] Ibid., p. 109.

[51] Ibid., p. 210.

[52] Ibid., p. 256.

[53] Ibid., p. 32.

[54] Ibid., p. 131.

[55] Ibid., p. 63.

[56] Ibid., p. 240.

[57] Ibid., p. 284.

[58] Ibid., p. 73.

[59] Ibid., p. 70.

[60] Ibid., p. 245.

[61]Abel Posse. Los cuadernos de Praga, ed. cit., p. 241.

[62] Genio o fuerza misteriosa en el ámbito magicorreligioso inglés.

[63]Abel Posse. Los cuadernos de Praga, ed. cit.,  pp. 43, 44

[64] Ibid., p. 12.

[65] Ibid., p. 118.

[66] Ibid., p. 202.

[67] Ibid., p. 128.

[68] Ibid., p. 306.

[69] Aristote. Poétique. Texte établi et traduit par J. Hardy, dixième tirage revu et corrigé, Collection des Universités de France. Paris : Editions Les Belles Lettres, 1990, (Première édition en 1932),  p. 42 (1451b).

[70] « Mimesis III marque l’intersection du monde du texte et du monde de l’auditeur ou du lecteur. L’intersection, donc, du monde configuré par le poème et du monde dans lequel l’action effective se déploie et déploie sa temporalité spécifique. », Ricœur, Paul, Temps et récit 1. Paris : Editions du Seuil, 1983, p. 109.

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Dans un pays multiconfessionnel comme le Sénégal, le dialogue interreligieux est un passage obligé pour la stabilité politique et sociale. Ce dialogue est d’autant plus légitime qu’il remonte aux origines de l’Islam. En effet, le dialogue Islamo Chrétien est non seulement inscrit dans le texte fondateur de l’Islam, mais s’inscrit dans les premiers actes posés par le prophéte aux premières heures de l’hégire. Après s’être installé à Médine, il décida d’établir les bases de l’Etat islamique. Pour ce faire, il reçut une délégation de chrétiens de Najrân composée de soixante (60) personnes. « Au cours de la discussion, l’heure de la prière arriva pour les chrétiens. Le Prophète mit sa maison à la disposition de la délégation chrétienne pour y tenir l’office de la prière [1]». Une autre version rapporte :

Une délégation de l’importante communauté chrétienne de Najrân vint à Ythrib, pour rencontrer le Messager de Dieu. Arrivés dans l’après-midi, les hommes se rendirent aussitôt à la mosquée, où le Messager de Dieu venait de terminer la prière. Ils étaient tous vêtus de robes de prêtre, faites de riches étoffes du Yémen, comme les compagnons du Prophète n’avaient jamais vu. L’heure de prière étant venue, ils s’apprêtèrent à la faire dans la mosquée même. Les musulmans voulurent les en empêcher, mais le Messager de Dieu dit : Laissez-les prier[2]        

 

Ces évènements historiques qui posent les premiers jalons du dialogue islamo-chrétien révèlent la proximité entre l’Islam et le christianisme confirmée par l’importante place que Jésus et sa mère la Vierge Marie occupe dans le Coran.

Dans la sourate XIX, il est écrit : « Mentionne dans le Livre (le Coran) Marie quand elle se retira de sa famille et mit entre elle et eux un voile. Nous lui envoyâmes Notre esprit (Gabriel), qui se présenta à elle sous la forme d’un homme parfait. Elle dit : « Je me réfugie contre toi auprès du Tout Miséricordieux. Si tu es pieux ne m’approche point ». Il dit : « Je suis en fait un Messager de ton Seigneur pour te faire don d’un fils pur ». Elle dit : « Comment aurais-je un fils, quand aucun homme ne m’a touchée et que je ne suis pas prostituée ? Il dit « Ainsi sera-t-il ! Cela M’est facile, a dit ton Seigneur !  Et Nous ferons de lui un signe pour les gens et une miséricorde de Notre part.»[3]  « Lorsque les anges dirent : « Ô Marie, voilà qu’Allah t’annonce une parole   de sa part, son nom sera « Al-Masîh( «  Issa fils de Marie) »[4] Elle « qui avait préservé sa virginité ; Nous y insufflâmes alors Notre esprit »[5].  « Nous avons donné des preuves à Jésus fils de Marie et Nous l’avons renforcé du Saint-Esprit » Quant à la vierge Marie, le Coran écrit : Ô Marie, certes Allah t’a élue et purifiée ; et Il t’a élue au-dessus des femmes des mondes[6]

Ces versets exhortent les musulmans au respect, à la reconnaissance et au dialogue avec le christianisme et à toutes les religions abrahamiques dont l’Islam est une refonte.  « Certes, la religion acceptée d’Allah, c’est l’Islam »[7] c’est à dire la soumission à Allah, l’objectif commun de toutes les religions révélées « Dis Nous croyons à Allah, à ce qu’on a fait descendre  sur nous, à ce qu’on a fait descendre sur Abraham, Ismaël, Isaac, Jacob et les Tribus, et à ce qui a été apporté à Moïse, à Jésus et aux prophètes de la part de leur Seigneur ; Nous faisons aucune différence : et c’est à Lui (Allah) que nous sommes Soumis »[8] Dans la sourate XLII,  « Il vous a légiféré en matière de religion ce qu’il enjoint à Noé, ce que Nous t’avons révélé ainsi que Nous avons enjoint à Abraham, à Moïse et à Jésus : établissez la religion et n’en faites pas un sujet de division »[9].L’analyse de ce verset révèle l’égalité entre tous les prophètes envoyés par Dieu sans distinction  et l’unité de toutes les religions révélées, d’Abraham à Mohamed  en passant par Moïse, Jésus etc.. Selon Ibn Garîr A-Tabarî :  

Le Prophète Mohamed est arrivé à Médine au mois de rabîa premier. Au mois de muhararm de l’année suivante, il remarqua que les juifs célébraient le jeûne dudit mois, en appelant ce jour Âsourâ. Le Prophète leur demanda pourquoi ils distinguaient ce jour. Ils répondirent : C’est le jour où Dieu a fait noyer Pharaon dans la mer et où il a délivré Moïse, qui a jeûné ce jour là pour rendre grâce à Dieu[10]  

 

Cette histoire confirme l’héritage monothéiste commun de toutes les religions abrahamiques dont la différence se situe au niveau des législations qui varient selon les prophètes. « A chacun de vous Nous avons assigné une législation et une méthode à suivre. Si Allah avait voulu, Il aurait fait de vous une seule communauté »[11] (religieuse).

Il s’avère donc que la diversité religieuse ne doit en aucun cas être  un facteur de blocage et de division entre les communautés religieuses en général, et musulmane et chrétienne en particulier, ces deux dernières  rapprochées par un lien affectif  comme écrit dans le Coran:  « Et tu trouveras que ceux qui ont plus aimé les croyants (musulman) sont ceux qui disent « Nous sommes chrétiens » C’est qu’il y a parmi eux des prêtres et des moines exempts d’orgueil »[12]  C’est donc à la lumière du Coran qu’en date du  trois (3) muharrm »[13] de la deuxième année de l’hégire,  que le Prophète signa un traité de paix avec les chrétiens de Nadjrân, en présence de ses compagnons dont Abu Bakr, Oumar,  Ousman et Ali. Ce traité stipule :

Les chrétiens de Nadjran et ses faubourgs sont sous la protection de Dieu et la responsabilité de son prophète Mohamed. Le messager de Dieu se porte garant de leur sécurité en tant que personne, de la sécurité de leurs biens, de leur religion, de leur tribu, de leurs activités économiques et des biens qu’ils possèdent. Il s’engage à ne déposer aucun de leurs évêques et à ne limoger aucun de leur moines à n’exercer sur eux aucune espèce d’avilissement ni d’humiliation, ce qu’aucune armée musulmane ne foule leur sol et à ce qu’ils ne souffrent d’aucune ingérence dans leurs affaires internes de la part des musulmans[14].

 

Ce traité est une parfaite illustration du dialogue islamo chrétien fondée sur l’ouverture à l’autre que le Prophète pratiqua dans un esprit de tolérance, de respect et la reconnaissance de l’autre. Cette intégration, avec la part belle qu’elle fait aux origines, à la culture et même à la religion de l’autre, est bien présente dans la société sénégalaise. Le Sénégal, pays de dialogue comme disait Senghor, est un pays de tolérance et de coexistence pacifique où musulmans et chrétiens partagent tout ou presque, célèbrent les cérémonies familiales et les fêtes religieuses ensemble. « J’ai vu une vieille mulâtresse chrétienne qui attendait comme les musulmans l’apparition de la lune et fait, en la voyant paraître beaucoup de références et signes de croix en action de grâce » soutient Ahmed Iyane Sy, chef religieux, poète et partisan du dialogue islamo chrétien, qui, à l’occasion de la fête de Noël en 1944 écrit :

-Noël ! O nuit suprême, où parmi les ténèbres du monde, apparut soudain la lumière éclatante de Jésus, le Christ qui paya de sa vie les pêchés de tout son peuple

-De tous les clochers s’envols, égrené dans le lointain, le son rutilant des cloches. Et l’âme des croyants s’épanouit d’un plaisir virtuel

-les églises, les cathédrales couvents et manoirs, vivront désormais de la sève de cette âme, l’âme de Jésus, forte de la force de celui qui fit la terre et la gloire remplies les mondes »[15]

 

En effet, l’analyse de ce poème confirme l’ouverture d’esprit de l’auteur, l’estime et l’amour qu’il a voués à Jésus, la convivialité, la tolérance, l’amour et le respect mutuels de deux communautés religieuses au Sénégal en un mot, la vivacité du dialogue islamo-chrétien au Sénégal où les communautés religieuses célèbrent ensemble les cérémonies funèbres. Dans son roman De Tilène au Plateau une enfance dakaroise, Nafissatou Diallo écrit :

Je retrouvais la paix et mes vacances auraient été agréables sans la nouvelle que je reçus en catastrophe de la mort de Marie-Louise ma première amie, c’est elle qui m’amena en cachette à la cathédrale, qui me fit toucher à l’eau bénie et faire le signe de la croix. Une fois nous suivîmes ensemble la procession du 15 août. J’aimais ma religion à laquelle je croyais fermement mais les chants et les images de la cathédrale m’attiraient. Ma famille assista aux obsèques. J’allai à la morgue faire mes adieux à mon amie, qui semblait dormir, habillée de sa toilette de communiante. Je ne pouvais m’imaginer que cette bouche ne s’ouvrirait plus pour me parler. L’émotion m’étreignait comme un corset ; j’avais le vertige. J’assistais pour la première fois aux rites catholiques des funérailles, les prières chantées par les « Ames vaillantes », association à laquelle avait appartenu Marie-Louise m’émurent profondément. La mère brisée par l’émotion, n’assista pas à la mise en terre. Par la suite, je ne la vis pas aussi souvent que j’aurais dû le faire, mais quelques visites que je lui fis la laissent éplorée. Elle ne devait pas longtemps survivre à sa fille[16].

 

En effet, la participation de l’auteur et en tant que musulmane aux obsèques de son amie chrétienne Marie-Louise et ses prières pour le repos de son âme, sont là, deux questions vitales pour un pays comme le nôtre où les religions révélées et croyances ancestrales se côtoient depuis plusieurs siècles. En conséquence, il n’est pas rare de voir musulmans et non musulmans enterrer leurs morts ensemble et parfois dans les mêmes cimetières, et participer à toutes les cérémonies funéraires. C’est une pratique sociale tolérée par l’Islam. En croire Ibn al-Garîr Atabarî

Lorsque Abu-Taleb perdit l’usage de la langue, le Prophète s’éloigna du lit et retourna dans sa maison. Lorsqu’il y fut arrivé, Abou-Taleb mourut. Ali vint auprès du Prophète et dit : O apôtre de Dieu, ton oncle est mort dans l’égarement. Mouhamed pleura ; puis il dit : O Ali, va pour le laver et l’enterrer, mais il ne lui dit pas de prier pour lui. Le Prophète lui-même n’assista pas à l’ensevelissement ni à l’enterrement ; il donna seulement ses ordres à Ali. Mais d’après une autre version, le Prophète lui-même serait allé jusqu’à la tombe d’abou-Taleb, en suivant le corps. Les théologiens et les docteurs de la loi tirent de ce fait un argument, et disent : Si un infidèle meurt, si c’est un homme considérable, on doit l’ensevelir. Si cet homme a un fils musulman, celui-ci doit se tenir près du lit au moment de la mort de son père et doit l’ensevelir, le mettre dans la tombe, et se tenir au bord de la tombe, comme le Prophète a ordonné à Ali de faire pour Abou-Taleb.[17]

 

En effet, ces précieux enseignements du Prophète de l’Islam confirment la possibilité, voire l’obligation des musulmans de participer à l’enterrement et à toutes les cérémonies funéraires de non musulman sans pouvoir formuler des prières pour le repos de leurs âmes, s’il s’agit d’un infidèle. Ce qui explique encore une fois de plus l’importance et la nécessité de marquer la différence entre infidèle (Kâfir) et gens du Livre (Ahl-Alkitâb), tous communément appelés : non musulmans. L’analyse de ce texte qui a implicitement marqué la différence entre les deux catégories de non musulmans montre clairement qu’il n’est pas recommandé au musulman de formuler des prières pour le repos de l’âme d’un mécréant quel que soit le lien de parenté, tant qu’il ne croit pas en Allah dont on implore le pardon et la miséricorde. C’est pourquoi le Prophète n’avait pas donné l’ordre à Ali de formuler des prières pour son père Abou-Taleb qui, comme il apparaît clairement dans le texte, est mort dans l’égarement et la mécréance. Ce qui n’est pas le cas pour les gens du Livre (Chrétiens et juifs) qui, comme les musulmans appartiennent tous aux religions révélées et croient profondément en Allah.

A propos des Mécréants, associateurs ou infidèles, le Coran précise « Que tu demandes pardon pour eux, ou que tu ne le demandes pas- et si tu le demande soixante dix fois- Allah ne leur pardonnera pas. Et ce parce qu’ils n’ont pas cru en Allah et en son messager »[18] Selon Ibn Al Djarîr (at-Tabarî),

Le jour de la prise de la Mecque, les musulmans prièrent pour leurs pères et leurs mères infidèles. Le Prophète dit : Ne priez pas pour eux, parce qu’ils sont infidèles. Alors Oumar fils d’al-khattâb, dit : Ô apôtre de Dieu ! Abraham pria pour son père et demanda à Dieu pardon pour lui. Au même instant le verset suivant fut révélé[19]

Il n’appartient pas au prophète ni à ceux qui sont fidèles (croyants), d’intercéder auprès de Dieu en faveur de polythéistes (de demander pardon à Allah pour les polythéistes), fussent-ils leurs parents, du moment où il est connu que ces polythéistes sont en enfer. Il ne fut permis à Abraham d’intercéder en faveur de son père qu’à cause de la promesse que celui-ci lui avait faite. Mais, lorsque qu’Abraham sut que son père était l’ennemi de Dieu, il jugea quitte à son égard.[20]  

 

Comme l’origine de cette promesse est racontée dans la Sourate IX, Abraham appelait toujours les hommes à Dieu et il dit à son père : « Qui adorez-vous ? Comment prenez-vous pour votre Dieu un être qui n’entend point et ne voit point ? Cessez d’adorer les idoles ». Azar son père dit à Abraham : « Attends que nous sortions de ce royaume, je deviendrais alors croyant ». Abraham espérait que son père accomplirait la promesse qu’il lui avait faite, priait pour lui. Mais quand il mourut dans l’infidélité, Abraham, quitte en vers son père, cessa de prier pour lui [21]».

A la lumière de cet exposé, il s’avère que l’interdiction aux musulmans de prier pour les non musulmans ne concerne que les mécréants qui ne croient pas en Dieu et non aux chrétiens et aux juifs, adeptes des religions révélées et dont la vie est rythmée par la prière. En conséquence, la sagesse religieuse a donné raison à notre romancière Nafissatou Diallo, partisane du dialogue islamo-chrétien qui écrit :

C’est avec recueillement toujours que je m’arrête sur la tombe de mon amie quand je me rends aux cimetière catholiques de Bel-air. Je la mêle dans mes prières à mes défunts musulmans.[22]

 

La relation entre l’auteur et sa défunte amie Marie-Louise, est une illustration éloquente de la vivacité du Dialogue islamo-chrétien au Sénégal. Certains ne voient pas l’intérêt d’un tel dialogue dans un pays comme le nôtre où les deux communautés chrétienne et musulmane cohabitent dans la cohésion et le respect mutuel. Au Sénégal, certains esprits mal éclairés restent hostiles à la coexistence pacifique avec les non musulmans. Dans une Si Longue Lettre, Mariama Ba dénonce l’attitude des parents de Samba Diack qui boudaient Jacqueline qui « ne voulait pas embrasser la religion musulmane. Noire et africaine, elle aurait dû s’intégrer, sans heurt, dans une société noire africaine »[23]

C’est une attitude qui n’est pas conforme aux principes de l’Islam qui, dans le Coran, a garanti la liberté religieuse. Dans la Sourate X, Allah exhorte le Prophète et toute la communauté musulmane au respect strict de la loi fondamentale sur la liberté religieuse. « Si ton Seigneur l’avait voulu, tous ceux qui sont sur la terre auraient cru. Est-ce à toi de contraindre les gens à devenir croyants ?[24]  Ce verset a été révélé au Prophète lorsqu’il décida de contraindre les païens de la Mecque à se convertir à l’Islam. Selon Ibn Abas :

Salim Ibn Aouf surnommé Al-Housaini, avait deux enfants chrétiens et avait demandé au Prophète : puis-je les contraindre à se convertir à l’Islam ? Ils ne veulent que le Christianisme. A cette question, Allah répond « Nulle contrainte en religion »[25]

 

Ce verset devient ainsi une loi sacrée pour le Prophète et pour tous les musulmans.    

Par ailleurs, si au Sénégal les musulmans et les chrétiens célèbrent ensemble les fêtes religieuses et les cérémonies familiales sans problème, ce n’est pas le cas pour le mariage surtout quand il s’agit du mariage entre musulmane et chrétien. 

 

Le mariage interreligieux

 

Nous entendons par mariage interreligieux :

1-mariage entre musulman et chrétienne ou juive

2- mariage entre musulmane et chrétien ou juif.

 

Le premier est une pratique sociale répandue et connue dans tous les pays du monde. Il remonte à l’époque du Prophète Mohamed, dans l’Arabie du VIIème Siècle où les trois grandes religions étaient présentes : le judaïsme, le christianisme et l’islam. Le Prophète fut lui-même le premier à mettre ce précepte en pratique lorsqu’il épousa Raïhana Bint Zeïd en 627, Safiyya en 628, toutes les deux juives et Maria qui étant une copte d’Egypte était chrétienne. L’histoire remonte à l’an 7 de l’hégire (629), le Prophète écrit aux différents chefs et dirigeants étrangers. Et selon Tabari, « il reçut une réponse de Muqawqis (le roi d’Egypte) avec en guise de don, quatre jeunes filles[26] » dont Maria et sa soeur Cirine. Cette dernière fut donnée par le Prophète au poète Hassane Ibn Thabit : 

Parmi ces trois femmes, seule la conversion de Safiyya était attestée par des sources authentiques. En Afrique, le mariage interreligieux est une pratique courante. Cette question d’une importance capitale, mérite d’être étudiée avec réalisme et plus de sérieux et d’objectivité. Pour ce faire, il faut nécessairement l’analyser à la lumière du Coran, la principale source de la législation islamique. Cette question est souvent traitée par les auteurs sur le thème : Mariage entre musulmans et non musulmans.

A cet effet, il est important de préciser que dans le Coran, les non musulmans se classent en deux catégories :

1-Ahl al kitâb les gens du Livre (les chrétiens et les juifs).

2-Les kuffâr (les infidèles ou les mécréants).

Pour les premiers, ils ont un statut spécial en Islam. En conséquence, il est permis aux musulmans d’épouser les femmes ahl al kitâb (chrétiennes et juives). C’est par ignorance que beaucoup de musulmans continuent à exiger comme préalable la conversion à l’Islam de leurs conjointes chrétiennes comme Ousmane qui, avant tout engagement :

exigerait de Mireille, comme préalable, la conversion à l’Islam. Elevé dans la voie d’Allah, musulman convaincu et pratiquant dans le sillage de son père ancien talibé, Ousmane ne concevait pas de mariage en dehors de la mosquée.[27]

 

Victime de l’ignorance, Mireille renonce à sa religion pour épouser Ousmane qui écrit :

Cher père, je m’adresse à toi avant de me tourner vers ma mère. « Rien ne peut se faire sans une parcelle d’amour » avait coutume de répéter l’un de mes premiers maîtres. Mireille –sur le prénom, je n’ai pas menti à Yaye Khady – Mireille m’a permis, par un soutien moral constant, de me réaliser. Elle était devant moi, comme un flambeau, illuminant mon chemin, elle n’est pas l’une de ces vulgaires aventurières qui s’accrochent aux nègres pour ne pas sombrer. Mireille est une fille d’ancienne noblesse. Elle m’aime tel que je suis et a renoncé à sa religion pour devenir ma femme. La mosquée de la ville a béni notre union ; tu as la délicatesse mission d’informer ma mère.[28]

 

Convaincu du motif réel d’une telle conversion et de ses conséquences, Djibril Guèye précisa à Ousmane.

Tu as été là pour signifier que tu demeurais musulman convaincu, malgré ta femme toubab. Que la conversion en Islam de ton épouse ne soit pas circonstancielle. Le vrai musulman est celui qui prie. Apprends-lui des versets simples. C’est facile puisqu’elle lit. Tu les écris dans sa langue. Le père signifiait à son fils, par ce détour pudique, que Yaye Khady à l’affût l’avait informé ; « la toubab ne se baissait pas pour prier ». Ousmane, intransigeant, traqua impitoyablement Mireille pour l’exécution correcte du devoir religieux. Un relâchement de leur lien était né de ce conflit. Ousmane sentait une fissure s’approfondir un peu plus chaque jour[29]

 

Un conflit inutile qui résulte de l’ignorance. Car en réalité, aucun texte n’oblige Mireille à se convertir à l’Islam pour épouser Ousmane. En tant que chrétienne, elle a la liberté de garder sa religion. Comme écrit dans le traité de Nadjrân cité plus haut,

Le musulman est tout à fait libre de s’allier aux Ahl-Al-Kitab (les juifs et les chrétiens) par le mariage. L’épouse chrétienne ou juive a les mêmes droits et les mêmes devoirs que l’épouse musulmane. Cette première est libre de ne pas renoncer à sa religion et de pratiquer librement son culte dan la maison conjugale ou à l’église si elle est chrétienne ou à la synagogue si elle est juive[30]

 

Dans la sourate II, le Coran écrit : « Vous sont permis (d’épouser) les femmes chastes parmi les croyants et les femmes chastes parmi ceux qui ont reçu le Livre avant vous juifs et chrétiens ». Il est donc clair que dans le Coran il n’y a aucun texte qui interdit le mariage entre musulmans et ahl al kitâb (chrétiens et juifs).

Contrairement aux chrétiens et aux juifs, le mariage des kuffâr (mécréants), avec les musulmans est formellement interdit : « N’épousez pas les femmes associatrices tant qu’elles n’auraient pas la foi [31]». C’est ainsi que le Coran écrit au sujet des femmes musulmanes qui s’étaient exilées à Médine : « Si vous savez qu’elles sont croyantes, ne les rendez pas alors aux mécréants. Elles ne leur sont pas permises (comme épouses), ni eux ne leur sont permis (comme époux) ».[32] A la lumière de ces versets, il est clair que le mariage entre musulman et mécréant ne peut en aucun cas être permis en Islam. Ce qui est différent du deuxième cas du mariage interreligieux

2- Il s’agit du mariage entre musulmane et chrétien ou juif. A ce sujet le docteur Youcef Qardahoui sans aucune référence sérieuse écrit :

L’Islam a uniquement permis au musulman d’épouser une juive ou une chrétienne, mais il n’a jamais permis à la musulmane d’épouser un juif ou un chrétien. Car dit –il l’homme est le maître de la maison. C’est lui qui veille aux intérêts de la femme et qui en est responsable. Le principe de base en cela est qu’il doit absolument respecter la croyance de sa femme afin d’assurer la sincérité de leur rappor.[33]

 

C’est un jugement personnel qui ne repose sur aucun texte authentique. Dans son ouvrage, la voie du musulman Aboubaker Djâbir al Djazâïrî écrit : « Il est interdit au croyant d’épouser une infidèle, communiste, idolâtre ou autres. Comme il est interdit à une musulmane d’épouser un idolâtre quel qu’il soit, juif ou chrétien »[34]. Il se réfère au verset 10 de la sourate LX cité plus haut. Dans son ouvrage Fiqhu al marat al mouslimat (la jurisprudence de la femme musulmane), Ibrahim Diamil confirme que « le mariage d’une musulmane avec un non musulman est interdit, qu’il soit mécréant, communiste chrétien, juif ou autre. Car dit-il, l’homme a l’autorité sur son épouse qui lui doit  obéissance[35] » Il se réfère au même verset 10 de la sourate LX qu’il a cité intégralement :

O vous qui avez cru ! Quand les croyantes viennent à vous en émigrées éprouvez- les ; Allah connaît mieux leur foi ; si vous constatez qu’elles sont croyantes, ne les rendez pas aux mécréants. Elle ne sont pas licites (en tant qu’épouses) pour eux et eux non plus ne sont pas licites (en tant qu’époux) pour elles.[36]    

 

En effet, la référence à ce verset montre clairement les limites intellectuelles de ces auteurs qui sont incapables de faire la différence entre mécréant, infidèle ou idolâtre et ahl al kitâb (chrétiens et juifs) qui jouissent d’un statut spécial dans le Coran. Une simple lecture de ce verset permet de comprendre qu’il ne concerne que le cas d’un musulman qui épouse une mécréante, ou une musulmane qui épouse un mécréant. Ces types de mariages sont interdits en Islam.  Mais pour ce qui est du mariage entre musulmane et chrétien ou juif, il n’y a aucun texte dans le Coran qui l’interdit. Pour traiter cette question, docteur Sulimane Ibn Abdal Rahmane Al hukaïl de l’Université Islamique de Imam Mouhamad Ibn Saoud d’Arabie Saoudite écrit :

 1er : c’est le cas du musulman qui épouse une païenne ou une mécréante. Ce type de mariage est interdit en Islam, car la conscience religieuse du musulman ne lui permet pas de respecter la croyance et les tabous auxquels croit cette épouse. Or, ce procédé déclenche la dispute au sein de la famille et conduit à la dissolution par le divorce, la solution la plus abominable pour Allah. Il est donc logique que I’Islam, qui défend la stabilité familiale interdise un tel mariage.

 2ème : c’est le cas du musulman qui épouse une chrétienne ou une juive, ce mariage est permis, car l’Islam reconnaît en Jésus le messager d’Allah qui est né miraculeusement et en Moïse, le messager d’Allah envoyé aux enfants d’Israël. C’est pour quoi l’épouse chrétienne ou juive qui a sa religion n’a rien à craindre en partageant sa vie avec un musulman.

3ème : c’est le mariage d’une musulmane avec un non musulman (chrétien ou juif). Ce type de mariage est catégoriquement interdit en Islam, car le mari juif ou chrétien ne croit pas à la mission prophétique de Mouhammed et l’accable de tous les maux ; ce qui offense, par conséquent, le sentiment religieux de son épouse et menace leur mariage de dissolution » [37]   

 

Contrairement à cet argument sans valeur, l’expérience a montré qu’un mari musulman peut bien de ne pas respecter sa femme chrétienne ou juive. Voila l’exemple de « Jacqueline cette protestante, son mari Samba Diack musulman qui revenait de loin, passait ses loisirs à pourchasser les sénégalaises « fines » et ne respectait  ni sa femme ni ses enfants[38] 

Nous avons remarqué au cours de cette étude que toutes les théories de ces différents auteurs sur la question ne sont fondées sur aucune logique encore moins sur des textes coraniques. Une analyse sérieuse et objective de ces théories montre que l’interdiction faite à une femme musulmane d’épouser un chrétien ou un juif n’est nullement une interdiction divine, dans la mesure où aucun texte authentique ne l’interdit. C’est en effet, une interdiction qui a pour origine :

1-La confusion faite entre les gens du Livre (chrétiens et juifs) et les mécréants ou infidèles qui découle d’une mauvaise compréhension et d’une incompétence d’analyser correctement le texte coranique.  

 

2- Préjugé socioculturel. C’est une situation qui ne date pas d’aujourd’hui :

L’accueil fait à Safiyya- l’une des épouses du Prophète Mouhamed- par ses co-épouses ne fut pas moins réticent, plus proche des préjugés de la société environnante que l’ouverture d’esprit du Prophète. Celui-ci devait bientôt trouver Safiya en larme. Elle se plaignait d’avoir à subir les sarcasmes de ses co-épouses, et notamment de Aïcha et de Hafsa qui auraient marqué du mépris pour ses origines juives. C’est Mouhamed lui-même, dit-on sous la plume d’Ibn Saâd, qui lui dit de leur tenir tête et, lorsqu’elles tentaient de marquer leur supériorité, de leur répondre : « comment pourriez vous m’être supérieures alors qu’Aron était mon père, Moïse mon oncle et que Mouhamed est mon époux »[39]

Dans cette histoire, le Prophète exhorte les fidèles musulmans au respect et à la reconnaissance de toutes les religions révélées et au respect de la différence : « Ne discutez pas que de la meilleure façon avec les gens du Livre…   Et  dites: Nous croyons en ce qu’on a fait descendre sur nous et descende  sur vous, tandis que notre  Dieu et votre Dieu est le même et c’est à Lui que nous nous sommes soumis »[40]   

Une analyse objective et approfondie de ce verset qui conclut notre recherche, montre que le dialogue interreligieux doit être social, il s’agit de promouvoir l’amour, le bon voisinage, la tolérance, l’acceptation de la différence, l’ouverture à l’autre, la reconnaissance et le respect mutuel et la cohabitation pacifique fondés sur l’héritage monothéiste commun de ces trois grandes religions révélées. Il ne s’agit donc pas de s’attribuer le monopole de la vérité pour convertir ou convaincre l’autre, car musulman comme chrétien, l’un n’a pas besoin de l’autre pour vivre sa foi.  En conséquence, le dialogue interreligieux est pour tout pays multiconfessionnel un passage obligé pour assurer sa stabilité politique et sociale.   

 

 

Bibliographie

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  • Mernissi, Fatima, Le Harem Politique, Albin Michel, Paris, 1987
  • Dr Baltâgi Mouhamed, Makânat Al Mar-at Fî Al Islam (La Place de la Femme en Islam), Al Mazîd, Li Dâr A- Salam, Caire 2005 Silimân, Ibn Abdel Rahmân Al Hukaïli, Les Drits de l’homme en Islam, Riyad 1999

* Enseignant-chercheur, Université Gaston Berger de Saint-Louis, Sénégal.

[1] Muhamed Sammâk : Muqadimat ilâ Al-hwâr Al-islâmî-Almassîhî ( L’introduction au dialogue islamo-chrétien), p 13,Dar A-Nafés , Beyrut, 1998

[2] Al-Wahîdî, p 106, cité par Mahmoud Hussein, Penser le Coran,Bernard Grasset pp104-105, Paris 2009

[3] Coran,  sourate  XIX , versets 16-21

[4] Coran sourate II , verset 45

[5] Coran, sourate CXVI , verset 12.

[6] Coran, sourate III, verset 42

[7] Coran, sourate III, verset 19

[8] Coran, sourate III, verset 84

[9] Coran, sourate XLII, verset 13

[10] Tabari ; Chronique, Mille et une  Nuit, vol 3,  p135, Indbad Paris 1980.

[11] Coran, sourate V, verst 48

[12] Coran, sourate V, verset 82

[13] le premier moi ducalendrier musulman

[14] Mohamed Salem , Mohamed naby Al-Insâniya (Mohamed  prophète de l’Humanité), Maktabat A-Sarq Adawliya,

 Caire 2008.

[15] Voir Cheikhou Diouf. Saint-Louis une métropole islamique le patrimoine culturel et architectural. Saint-Louis, Presses Universitaires de Saint-Louis, 2008, p. 90.

[16] Nafissatou Diallo, De Tilène au Plateau :  Une enfance dakroise, Les Nouvelles Editions Africaines du Sénégal, p 104

[17] Tabari, Mouhamed, Sceau des Prophètes  Sndbad  p96 Paris 1980

[18] Coran, Sourate IX verset 80.

[19] Tabari, De La Creation à David, p114, Sindbad, pais 1980

[20] Coran , Sourate IX versets 114

[21] Idem

[22] Nafissatou Diallo idem

[23] Mariama Ba op cit p 63

[24] Sourate IX verset, 99

[25]Sourate II, verset 256

[26] Tabari  op cit p 250

[27] Mariama Ba, Un chant écarlate p 81, Les Nouvelles Editions Africaines du Sénégal Dakar 2005.

[28] Mariama Ba op cit pp 127-128.

[29] Mariama Ba op cit pp 165-166

[30] Mohamed Salem op cit p446

[31] Coran, sourate II verset 221I

[32] Coran, sourate LX verset 10

[33] Youcef Qardahui op cit p157

[34] Ibrahim Diamil, Fiqhou al marat al moulimat ( La Juriprudence de la femme musulmane p228,Ibn Sînâ , Caire 1982

[35] Ibrahim Djamil, op cit p 214

[36] Coran Sourate LX verset 10

[37] Suliman Ibn Abdal Rahman Al hkail ; Les Droits de l’Homme en Islam p. 170, Dar Ichbilia Ryad  SD

[38] Mariama Ba op cit p 64.

[39] Voir Magaly Morsy, Les femmes du Prophète, p 131, Mercure 1989. 

[40] Coran, sourate XXIX, verset 46

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